El Faro. Un ejército de candidatos anda pidiendo el voto desde la segunda semana de enero y muchos de ellos ya son diputados en busca de reelección para un cargo que paga 18 veces más que el salario mínimo. Varios son reflejo de un mal generalizado en la Asamblea Legislativa: las inasistencias. Los faltistas son de todos los partidos, directivos y no directivos, pero todos deben aceptar la superioridad de aquel que solo llegó a trabajar el 2.5% de las veces.Nuevamente insisto... ¡Yo quiero ser diputado! Lastimosamente ya no puedo porque no estuve desde "la juventud" limpiando el piso con la lengua a viejos narcotraficantes o secuestradores. Ni tampoco tengo el dinero - ni el tiempo - para arriesgarme a darme el colorón como independiente.
Llegar a ser diputado es éticamente dificil... es subirse a su camioneta de modelo reciente con dos chaneques para ir a una comunidad, donde hay gente que va a trabajar en autobuses viejos con desperfectos que podrían causar la muerte; es comer la única tortilla que una señora humilde tenía de almuerzo, para salir bien en el spot de campaña; es prometer y fingir interés en las necesidades de la gente, aunque se sabe que su situación seguirá igual por unos años más.
Pero si, todo tiene su recompensa: un gordo salario durante tres años, suculentos regalos, invitaciones a eventos, nuevas camionetas, trabajo para familiares y amigos, viajes pagados con todo y viáticos... y no es necesario llegar temprano o incluso ir a trabajar. Solamente se debe procurar salir bien en las fotos de las plenarias y salir atrás del jefe de bancada, y tampoco hay que hablar o dar opinión, es de estar con cada de enojado perro guardián.
¡Yo quiero ser diputado!
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