La Página. El Salvador conmemora el 20° aniversario del fin de la guerra con una petición de perdón ante un grupo de invitados que incluye a familiares de aquellos que murieron en diciembre de 1981. Mauricio Funes, en su condición del primer presidente que ha tenido la izquierda en el país, tratará de pasar página al solicitar la indulgencia en símbolo de los 75,000 que murieron a lo largo de esos 12 años de insensatez. Pero en el pueblo hay algunos que todavía no se sienten invitados.
Hace ya más de cinco años que hice mi visita al caserío El Mozote, en Morazán. Tras haber leído "Las Luciernagas del Mozote" y hasta el Informé de la Comisión de la Verdad, creía que staba preparado para visitar el lugar.
Se me erizó la piel al entrar y ver aquellas casas de adobe abandonadas con signos del alto calibre de las armas que se utilizaron para cometer aquella matanza; pude los cráteres provocados por las bombas que habían caido durante el conflicto en la zona; y hasta aquel abandonado arbolito de manzana, que según el joven guía, fue donde Rufina Amaya se escondió para salvar su vida, mientras a lo lejos escuchaba los gritos de su hijos mientras eran asesinados.
De regreso a San Salvador, decidimos pasar a la casa de Doña Rufina... abandonada en una humilde y oscura casita en medio de árboles. Tristemente - hasta me sentí culpable por haber ido - , recodaba y nos contaba lo ocurrido ese día. Al final, no pude decirle más que "La admiro, lo siento mucho", estrecharle su mano e irme.
Así como varias veces lo mencioné: abandonados... así están los del caserío el Mozote y así murió Doña Rufina... abandonados por un gobierno de derecha que no tenía nada que ir hacer hasta allá, abandonados por diputados o alcaldes que talvez los visitaron únicamente en tiempo de elecciones... abandonados, hasta que un Presidente oportunista, ya acostumbrado a pedir perdón, se le da por visitarlos.
Ahora, esa comunidad abandonada por muchos años busca levantarse con el turismo, mientras Serafín Gómez, un excombatiente de la guerrilla:
“El Frente de ahora es un “frente” con letras minúsculas. La comodidad de los comandantes no tiene nada que ver con la historia de la gente que sufrió la guerra en estos lugares, que siguen en el abandono”.
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